un pintica en nueva yorkse le perdió el mapita y pensó que en áquel mar de gente y de carros bien podría sobrevivir sin pedir más direcciones que las de los parques aledaños.
porque lo único que necesitaba para no añorar de más su lindo y pequeño país era sentarse en un poyo a ver el tiempo pasar y decirle un par de piropos a las chavalas gringas, talvéz.
después, subirse al metro y silbar para que se detenga, como con la periférica josefina.
y finalmente, comprarse un pretzel y agradecer con un provechoso "tuanis, mae pura vida!".
. * juepuchica montón de gente.. zaaa!
¶ 11:43 a. m.